Heraldo-Diario de Soria

Iglesia

Cinco sacerdotes celebran en Soria las bodas de platino en los 65 años desde su ordenación

«La vida del sacerdote es sacrificada, y en la sociedad actual es todo a capricho», apunta Marcelino para explicar la falta de vocaciones. «La sociedad se ha hecho más materialista»

Manuel Revuelto, Antonio García, Rufo Nafría y Marcelino Núñez, junto a Julio Santamaría, residente en Zaragoza, cumplen 65 años de ordenación.

Manuel Revuelto, Antonio García, Rufo Nafría y Marcelino Núñez, junto a Julio Santamaría, residente en Zaragoza, cumplen 65 años de ordenación.SERGIO_DE_MIGUEL

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Son los cinco veteranos del sacerdocio soriano. Fueron juntos al Seminario Diocesano, ese del que hablan de vez en cuando, «que es una pena que una diócesis como ésta no tenga seminario, cuando en nuestra época salían 200 ó 300», comenta Marcelino Núñez, que en cinco meses cumplirá los 90, y vive en la casa diocesana, al igual que otros tres curas que como él celebran los 65 años desde su ordenación como sacerdotes, Antonio Modesto García, Rufo Nafría y Manuel Revuelto, todos jubilados. El quinto es Julio Santamaría, que reside en Zaragoza, pero que asistirá a la eucaristía, en la concatedral de San Pedro, el viernes 10 de mayo, oficiada por el obispo, Abilio Martínez Varea, con todos los sacerdotes de la Diócesis de Osma-Soria y los familiares de los homenajeados.

Celebran las bodas de platino, las segundas, porque ya las celebraron a los 60 años y no hay más catalogación. «Es que antes no había, ni se soñaba con llegar a los 65 años de sacerdocio, pero si hay que celebrarlo se celebra, y si llegamos a los 70, también», comenta animoso Marcelino, natural de Quintanas Rubias de Abajo, que fue párroco de la comarca de Almarza durante años, hasta su jubilación a los 80, y hasta fundó una cooperativa de madera para dar trabajo a la zona.

«La vida del sacerdote es difícil, sacrificada, en una sociedad como la nuestra que todo es a capricho... Y eso de renunciar a una familia también supone una importante decisión», afirma para explicar la falta de vocaciones y de relevo sacerdotal. Él reconoce que no le «pena haber seguido», y con la satisfacción de que su vida «no ha sido pasar por ella sin dejar nada hecho». Además, cuenta con el agradecimiento de sus feligreses. «Cuando mis bodas de oro sacerdotales estaba la iglesia de Gallinero que no cabía nadie más. Ese día fueron todos. No faltó ninguno».

En la actualidad los seminaristas de Soria son «muy pocos, un año hay uno, otros ninguno... Sobre todo porque en la provincia somos pocos y poca juventud», añade Marcelino. De hecho, recalca sobre los sacerdotes sorianos, «somos más de 75 para arriba que de 75 para abajo. Eso es sintomático».

Eso explica que este año sean cinco los compañeros que celebran sus bodas sacerdotales de platino, algo poco habitual. Antonio nació en Valloria en 1936 y fue ordenado en Roma; Rufo es capitalino, de 1934; Manuel es natural de Villar del Ala, de 1933, y Julio, de Monteagudo de las Vicarías, de 1934.

«Celebramos los 20 años, los 50, los 60 y ahora repetimos los 65», afirma Rufo casi con resignación: «Me hago a ello». Asegura que la sociedad «ha cambiado, como tenía que cambiar», y eso se deja sentir en las vocaciones.

«La sociedad se ha hecho más materialista. El objetivo es vivir bien, buscar la comodidad, estar tranquilo y ganar dinero. También se busca hacer el bien, pero en la gente veo mucha frialdad», continua Marcelino, que es titulado en Filosofía y Letras en la Universidad de Deusto, y fue profesor de Religión en el Instituto Politécnico.

Considera que sí hay gente comprometida, «que ayuda a todos, pero son pocos», y opina que debería ser una cuestión de todos. Aboga por el diálogo en la sociedad, también de los sacerdotes y de la comunidad cristiana en general, por «cooperar para llevar el mensaje de Cristo a todos, y no tendríamos los odios que están creando los políticos», señala este sacerdote, quien recuerda tiempos mejores en los que había 15 párrocos donde ahora hay solo dos.

«Es una pena que cada vez que hay una jubilación, los pueblos se quedan sin cura y se les añade a los que se quedan», resume sobre la tendencia actual. La Diócesis de Osma-Soria solo cuenta con 50 curas para atender 540 parroquias, y únicamente una treintena de ellos tienen menos de 65 años.

«Ahora vivimos más», evidencia Marcelino con la vista puesta en la celebración de mañana, cuando los más veteranos estarán arropados por el resto de sacerdotes de la diócesis y por sus familias. «La ilusión que no falte», concluye.

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